Así muere El País

Así muere El País. No es por las publicaciones sesgadas ni por la falta de objetividad, sino porque no vale lo que cuesta.


La prensa, independientemente de su servicio como factor regulador en una democracia, existe porque responde a una necesidad natural del ser humano que es la de estar informado.


Esta necesidad tiene sentido evolutivamente (no tengo datos, pero parece sensato) ya que si uno tiene buena información sobre su entorno, uno tendrá más posibilidades de sobrevivir. Si se ha visto un oso en la vecindad, o no están atacando los franceses, la información es poder. La información es supervivencia.


El quinto poder es por lo tanto fundamental en una democracia ya que es la forma en la que el votante, que es en definitiva el gobernante, puede tomar las mejores decisiones. Al introducirse además en un mercado en el que se puede competir libremente, existe un incentivo por ser el que mejor información da. 


Idealmente esto podía ser la más objetiva, o con cierto sesgo en favor de cómo el lector entiende el mundo, en cualquier caso, si la información no era una representación justa de la realidad, el lector podría acudir a otro medio. 


Lejos de ser perfecto el sistema el informador se veía en la responsabilidad de informar a sus lectores y esto lo emplazaba un lugar antagónico al poder, que le debía una rendición de cuentas.


Con el advenimiento de las redes sociales, caen dos pilares fundamentales del sistema, el primero la figura del editor, que pasa a ser sustituido por el algoritmo y deja de filtrar la información accesoria de la esencial.


Con esta pérdida el lector pasa a recibir mucha más información, alguna información verídica que le podría haber sido ocultada en épocas anteriores, pero mucha más información falsa o inexacta.


De esta manera la impresión es de que uno puede construirse su propia edición de las noticias del mundo informándose por su cuenta. 


Por otro lado, las redes sociales e internet comienzan un acoso y derribo al modelo de pago por noticias, el segundo pilar, que acaba haciendo claudicar hasta los más grandes. Que pasan a ofrecer muchos de sus contenidos (muy caros de generar) de forma gratuita.


Acabar con el justo intercambio de un servicio por dinero hace que el modelo cambie, más enfocado al escándalo rápido que lleva a hacer clic, al periodismo de comida rápida, sacrificando el periodismo de investigación o el análisis ponderado que se cultivaba en ritmos menos vertiginosos. 


Mientras que el lector tradicional (el boomer que no pasará al mundo digital) sigue fiándose de los medios como antes, como si estuvieran los mismos investigadores y las noticias fueran de la misma calidad.


El modelo de negocio se tambalea, no hay manera de que entre suficiente dinero como para seguir ofreciendo el servicio que se le debe al público, al votante, al gobernador. Entran las subvenciones y la publicidad institucional.


Aquí es donde comienza la pescadilla que se muerde la cola. Si el gobierno decide cuánta publicidad institucional decide introducir en el medio y esta resulta ser el grueso de sus ingresos, el medio se debe ahora a su nuevo pagador.


El medio por su lado se vuelve de pago 100% con el objetivo de hacerse rentable y de volver al modelo donde responde a sus lectores y no al gobierno. Pero hasta llegar a ese punto se sigue debiendo al gobierno que lo subvenciona.


El lector, deja de leer noticias que lo informan, u opiniones que lo orientan o retan, y pasa a tener mensajes institucionales, que tratan de convencerlo y es aquí donde el medio muere, donde El País muere, donde el páis muere.


Ya no merece la pena pagar, ni 27€ al año (0,07€ al día) porque el modelo se ha invertido. No es el periodico quien le da un servicio al lector, es el lector quien le da un servicio al periódico exponiéndose a ser convencido.


El cliente es el gobierno o la ideología de turno, que paga al periódico para que convenza al lector. El medio pasa a blanquear organizaciones terroristas, ahora es Hezbolá, ayer fue Hamás mañana será ETA, el gobierno chino, o a defender leyes en pro de reducir la libertad de expresión.


Y así es como la democracia muere en la oscuridad.